Comentario
De la salida que hizo el Gobernador para el Reino del Perú, y gente que sacó en su compañía
Nuño de Chaves había llegado a aquella provincia con bastante recelo de no ser bien recibido del Gobernador, por causa de los antiguos bandos que se siguieron a la prisión de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, como también por no haber cumplido en su población las instrucciones que le fueron dadas, exceptuándose del gobierno de aquella provincia, por cuyas razones procuró cuanto era de su parte congratular al Gobernador y demás personas de distinción. Dióse en esto tan buena maña que se granjeó las voluntades de los hombres, y en particular la del Ilustrísimo Obispo que en aquellos días había casado una sobrina suya con don Diego de Mendoza, cuñado de Chaves, y con esta relación tuvo de su parte muy poderosa protección para la consecución de sus negocios. Instábale al Gobernador que le convenía pasar al Perú a dar cuenta al Vicerrey y Real Audiencia de sus negocios. Con estas razones y otras de menos monta se resolvió a ponerlo en efecto, haciendo para ellos grandes aparatos y pertrechos, así de embarcaciones, como de caballos, armas y municiones: ofreciéronse acompañarle muchas personas principales como el Contador Felipe de Cáceres, el Factor Pedro de Orantes, el capitán pedro de Segura, con su mujer e hijos, Cristóbal de Saavedra, Ruy Gómez de Maldonado, procurador general de la provincia, y otros muchos caballeros vecinos y conquistadores, y también el Obispo don Fray Pedro Hernández de la Torre, con siete sacerdotes entre clérigos y religiosos, que entre todos pasaron de 300, dejando el Gobernador por su lugar Teniente en aquella ciudad al capitán Juan de Ortega, y en la del Guairá a Alonso Riquelme de, Guzmán. Empezó su viaje el año de 1564 con toda su armada, que era de veinte navíos de vela y remo con otros tantos barcones, muchos bajeles, balsas y canoas, en que iba toda la más de la gente española con todo el servicio de sus casas que eran más de 2.000 personas sin otros tantos indios encomenderos, que iban por tierra con el capitán Nuño de Chaves, Por cuyo interés se resolvieron a dejar el suelo patrio, y trasplantarse a extraños países. Padecieron en el largo camino grandes trabajos y necesidades, y murieron muchos de hambre y sed. Llegados estos indios a un sitio distante de Santa Cruz 30 leguas se situaron en él, llamándole Itatin, haciendo alusión a la provincia de donde eran naturales. Allí se fundamentaron e hicieron sus sementeras. Los españoles no dejaron de pasar las mismas necesidades en toda la larga peregrinación, porque luego que la armada aportó a la parte de Santa Cruz, Nuño de Chaves se apoderó del mando y gobierno de ella, sin consentir que el Gobernador ni otra alguna mandase ni en la paz ni en la guerra, con que muchos iban mal contentos, por cuya causa no se guardaba el orden que convenía, porque unos se quedaban atrás con sus deudos y amigos, y otros marchaban adelante con sus mujeres e hijos. En esta forma llegaron a Santa Cruz, donde a la sazón había mucha escasez de comestibles, con lo que padecieron gran penuria con pérdida de gran parte de sus indios encomenderos y Yanaconas. Los indios encomenderos en aquella provincia también se rebelaron contra los españoles hasta los Samócosis de la otra parte del río Guapay. Con éstos y los Chiriguanas que se coligaron a estorbar las comunicaciones del Perú, tuvieron sus reencuentros los soldados mandados de Nuño de Chaves con pérdida de gente de ambas partes. Dejó en la ciudad por su Teniente a Hernando de Salazar, y Chaves con 50 hombres fue al remedio de estos excesos con destino de pasar adelante, habiendo ordenado que prendiesen a Francisco de Vergara y otros sus amigos, y le quitasen las armas, para que pudiesen pasar adelante hacia el Perú, hasta que él diese la vuelta. Así fue ejecutado, sin que lo pudiesen estorbar requerimientos ni protestas. Con todo dispuesto Francisco de Vergara despachar al Perú a García Mosquera, mancebo de singular brío, hijo del capitán Ruy García, ambos muy leales servidores de S.M., a dar cuenta a la Real Audiencia de semejante agravio. Y habiendo llegado a la ciudad de la Plata y dada su embajada, se despachó provisión, para que libremente los dejase salir de la tierra, e ir a sus negociaciones al Perú. Esta providencia intimada y obedecida no tuvo el perfecto cumplimiento que debía, porque Hernando de Salazar por vía de torcedor ponía algunas dificultades, sin permitir que saliesen todos los que quisiesen, hasta que tomaron las armas y puestos en campaña se juntaron hasta 60 soldados, y algunos de ellos con sus mujeres e hijos, y tomaron el camino de los Llanos de Manso por no encontrarse con Nuño de Chaves, de quien ya se tenía noticia que venía del Perú por la cuesta que dicen de la Cuchilla, por excusar las precisas diferencias que entre ambos podría haber, si se encontrasen, porque Nuño de Chaves con varios informes tenía hecho su negocio muy a su placer con el Gobernador Lope García de Castro, y así fue muy aceptado darle lado, aunque con el riesgo de encontrarse con los Chiriguanas, que les dieron varios asaltos por impedirles el camino que llevaban, matándoles un fraile que llamaban de Nuestra Señora de las Mercedes, y otros españoles de cuyos peligros fue Nuestro Señor servido de sacarlos, llegando con bien a aquel reino, al cual entraron por la frontera de Tomina, por el camino que dicen de Cuzco-toro, que el día de hoy es muy trillado por los Chiriguanas que allí comunican.